jueves, 23 de julio de 2015

El instante preciso

Por Lemay Padrón Oliveros 

De mis primeras clases de fotografía en la Universidad, con el eterno Peroga, recuerdo la definición del instante preciso: aquel momento que se va y no vuelve más, como dice la canción, y el cual marca el momento exacto en que debes apretar el obturador, porque si no perderás la instantánea perfecta.
 En estos días de Panamericanos el concepto ha regresado a mi mente con fuerza, pero no relacionado con el invento que nos legó el francés Daguerre y otros precursores en el siglo XIX, sino con la exactitud que se precisa para alcanzar a veces una victoria en el deporte.
 Especialmente lo he visto en el taekwondo, donde los oros de Yania Aguirre y José Ángel Cobas han estado marcados por una precisión milimétrica para golpear a sus rivales, justo cuando el tiempo del combate agoniza, y llevarse el triunfo, en estos casos sinónimos del máximo metal.
Nada me ha emocionado más en estos Juegos que esas dos patadas espectaculares en los instantes finales de los duelos por los títulos, cuando los nuestros han estado debajo, pero nunca vencidos.
La táctica que tan mal funcionó en otras disciplinas, en el taekwondo se ha mostrado brillante, y por eso ha dado estas inmensas alegrías.
La final de Cobas además tuvo el extra de que los árbitros se equivocaron tres veces a favor de Cuba (algo bien raro en cualquier tipo de torneo, salvo que se celebre aquí), y en las tres el entrador rival apeló al video y ganó la reclamación.
 También apeló la última, pero ya lo dice el dicho, a la tercera va la vencida, y ya ganar una cuarta consulta hubiera sido cosa de ciencia ficción, además de implicar la inmediata democión de los imparciales actuantes en el combate por ceguera permanente.
He aquí un excelente ejemplo de lo útil que resulta la tecnología para evitar injusticias en el deporte, y por eso extraña el rechazo de algunas disciplinas a utilizarla. Yo al menos prefiero que se detengan las acciones un par de minutos si es necesario, antes de proseguir jugando luego de una equivocación arbitral.
 Creo que Peroga no leerá esto, pero de cualquier forma seguro me perdonaría por haber hecho esta analogía con uno de sus términos más queridos.

No hay comentarios: