domingo, 14 de septiembre de 2014

Pistorius, del mal, el menor


Por Lemay Padrón Oliveros

Definitivamente la jueza Thokozile Masipa decidió no tomar como concluyentes los testimonios de los vecinos de Oscar Pistorius que aseguraron haber oído los gritos de su novia, Reeva Steenkamp, mientras era tiroteada, y el atleta paralímpico no fue culpado de asesinato.
El veredicto de homicidio involuntario le podría acarrear una pena máxima de 15 años de prisión, nada comparable con la cadena perpetua o al menos 25 años que pendía sobre su cabeza.
Será el próximo 13 de octubre cuando se divulgue la sentencia oficial en el Tribunal Superior de Pretoria, pero ya Pistorius respira más tranquilo, porque hasta existe la posibilidad de una suspensión de la sentencia que le dejaría en libertad.
De cualquier manera, aunque vaya tras las rejas nunca cumpliría ese tiempo, y la mayor parte debe ser en régimen privilegiado, lo cual dejó insatisfechos a los fiscales, que esperarán el fallo definitivo para decidir si apelan.
Lo que no tiene dudas es que la vida como deportista del paralímpico más famoso del mundo acabó. Cancelados todos sus contratos de patrocinio, ni siquiera la más benevolente de las condenas le permitirá volver a concentrarse en las pistas y recuperar el nivel que lo llevó a convertirse en el primer deportista discapacitado en competir junto a los convencionales en unos Juegos Olímpicos.
Su corto viaje de la gloria al infierno, iniciado en la madrugada del 14 de febrero del pasado año, le ha obligado a vender todas sus propiedades en Sudáfrica para hacer frente a los costes de su representación legal en este proceso.
Con apenas 27 años de edad, el multicampeón paralímpico difícilmente vuelva a competir oficialmente, y su imagen quedará cada vez más dañada.
Técnicamente no se pudo probar, fuera de toda duda razonable, que disparó conscientemente contra su prometida, pero todavía muchos dudan que teniendo tiempo para bajarse de la cama, acercarse al baño y, sobre todo, disparar tres veces luego de hacerlo la primera, no haya escuchado ni un quejido de su pareja.
Símbolo de perseverancia y tesón para la juventud de todo el mundo, Pistorius podría llevar el resto de su vida el pesado fardo del escarnio público, como le pasa al estadounidense O.J. Simpson, también exculpado en los tribunales, pero “condenado” fuera de ellos.

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