viernes, 18 de julio de 2014

¿Ganar o jugar bonito?

Por Lemay Padrón Oliveros 

Colombia enamoró en Brasil-2014.
Este debate, esencialmente futbolero porque en la mayoría de los deportes el pragmatismo deja los lucimientos estéticos solamente a individualidades, se reabre cada vez que se celebra un gran torneo de selecciones nacionales.
 A nivel de clubes se puede dar, pero como los torneos son más largos, hay tiempo para experimentar con diferentes estilos de juego hasta encontrar el que más acomode al técnico y los jugadores, porque hay margen de error. En Mundiales, Eurocopas o Copas América esto se reduce al mínimo, y hay que estar muy atinado desde el principio.
 Además, el tiempo de trabajo en un club es inmensamente superior al de una selección nacional, donde en la mayoría de los casos los futbolistas se reúnen pocos días antes de iniciarse el evento y hay que apurar la química. Por eso se trabajan tanto las jugadas a balón parado, la variante ideal para cuando no se funciona bien a nivel colectivo.
 Volviendo a la pregunta del comienzo, si usted tiene una selección talentosa y básicamente joven puede apostar al espectáculo, sobre todo si ese equipo no está entre los llamados Grandes, porque a estos últimos siempre se les exige el título, y es raro el caso en que se mantiene a un cuerpo técnico si los resultados no son los esperados, como sucedió con la Alemania flamante campeona en Brasil-2014.
 Joachim Loew no pudo levantar el trofeo ni en la Eurocopa de 2008, ni en la de 2012, ni en el Mundial de 2010, pero en todas las competencias se codeó con los mejores, y fue mantenido en el cargo. Los resultados llegaron finalmente, con esos mismos jugadores que muchos tacharon de perdedores, de no saber ganar el juego bueno.
 Ganar y jugar bonito es prácticamente un lujo en estos tiempos de resultadismo a ultranza, donde los puestos directivos duran a veces menos que el mismo torneo en cuestión. A la larga lo que queda es el campeón, dicen los más pragmáticos, y no les falta razón, aunque también se recuerdan “perdedores” vistosos como la Hungría de 1954, la Holanda de los 70 o probablemente la Colombia de este 2014.
 Mucho está en juego en pocos partidos, y la prioridad en la inmensa mayoría de los casos es la defensa, porque remontar un gol en contra es tarea de Grandes. Por ejemplo, en este mismo Mundial lo hicieron solamente Alemania, Brasil (no sin ayuda arbitral), Holanda y Costa Rica, que tampoco jugó de manera vistosa, pero sí muy efectiva y su mejor cara se vio precisamente cuando debió volcarse al ataque.
 En este debate será difícil poner de acuerdo a todo el mundo, y entonces solamente daré mi criterio. Si se puede jugar bonito y ganar, perfecto, pero la prioridad es ganar, y los mismos aficionados que exigen florituras sobre el terreno, celebran hasta la locura cuando se avanza en penales y pidiendo la hora. Para el fútbol arte existen tres años y 11 meses; el Mundial es para ganarlo como sea (dentro de las reglas y sin favores “externos”, claro está), ¿no le parece?

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