martes, 15 de julio de 2014

Argentina, con la frente en alto

Por Lemay Padrón Oliveros

Ganó el mejor. No siempre ocurre, pero esta vez fue así. Triunfó quien mejor lo hizo a lo largo del Mundial de Brasil-2014, y al que las cosas le salieron mejor también en la final.
Argentina tuvo sus oportunidades de entrar en la historia, pero ni Gonzalo Higuaín ni Rodrigo Palacios superaron la barrera llamada Manuel Neuer, y hoy Alemania festeja su cuarta estrella, primera para un europeo en el Nuevo Mundo, en vez de Argentina su tercera.
 Era complicada la tarea para los pupilos de Alejandro Sabella, que llegaron al Mundial esperanzados con su poder de fuego y se marchan con la pólvora mojada; a la hora de la verdad fue lo más criticado, la defensa y el portero, lo que mejor se comportó en la tropa albiceleste, mientras que la línea de ataque nunca estuvo fina del todo y solamente mostró chispazos, incluido Lionel Messi, injusto ganador del Balón de Oro. Lo mereció hasta octavos de final, pero de ahí en adelante se diluyó y no hizo méritos como para opacar lo logrado en menos desafíos por el colombiano James Rodríguez, o la entrega sin límites de Bastian Sweinsteiger, para mí el otro justo merecedor del galardón.
 Pero Argentina no tiene motivos para lamentarse. Se plantó de tú por tú con una escuadra mucho más profunda que la superaba en casi todos los órdenes, y que además durante el Mundial no lamentó grandes ausencias.
 A esta generación teutona la frustraron solamente, una y otra vez desde 2006, Italia y España, por eso al irse ambos equipos en la fase de grupos deben haber respirado tranquilos. Fueron sin dudas el plantel más contundente de la justa del orbe, y por eso el gran mérito de los argentinos de llevarlos hasta el alargue y estar a pocos minutos de los penales, gozando incluso de más opciones claras de gol.
 Pero ya se sabe, los alemanes a la hora buena no fallan. Solamente tuvieron dos claras, una la estrellaron al poste, y la otra la fue a buscar Romero al fondo de las redes; las de Argentina ni siquiera pasaron entre los tres palos.
 Sin Di María la armada albiceleste dependería mucho más de Messi, y el genio tuvo solamente un par de jugadas de peligro, resueltas sin mucho sobresalto por la zaga teutona. En el resto del partido estuvo muy bien custodiado, como mismo le hicieron en Sudáfrica-2010 y en los más recientes duelos Bayern-Barcelona.
 El gran mérito de los suramericanos estuvo en la recuperación y la defensa, escudados en el muro llamado Javier Mascherano. Tres prórrogas en cuatro partidos de vida o muerte incidieron en que los subcampeones se quedaran sin piernas en las postrimerías, pero siguieron jugando con el orgullo y el corazón.
 Por eso, hoy toda Latinoamérica sale con la frente en alto gracias a Argentina.

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