sábado, 8 de marzo de 2014

Pistorius, ídolo caído

Por Lemay Padrón Oliveros

De la manera en que se está desarrollando el juicio en Pretoria, muy difícilmente el multicampeón olímpico discapacitado Oscar Pistorius salga indemne.
Ya dos testigos han asegurado haber escuchado gritos y discusiones antes y durante los disparos que hizo el corredor contra su enamorada, la modelo Reeva Steenkamp, quien murió por los tiros recibidos, lo cual hecha totalmente por tierra su alegación de que disparó a través de la puerta del baño porque no sabía quien se encontraba detrás y para él, era un ladrón.
Pero como sucede en este tipo de procesos, más aún en este, llamado el juicio del siglo (solamente comparable en el mundo del deporte con el del jugador de fútbol americano O. J. Simpson en 1994), salen a la luz muchas cosas que sucedieron antes del fatídico 14 de febrero de 2013.
La última revelación apunta a una presunta relación sentimental del llamado Blade Runner con una estudiante de Enfermería de 19 años, a quien conoció en diciembre de 2012, durante unas vacaciones, según una amiga de la joven.
Otra historia “antigua” indica que Pistorius pidió a un amigo que se atribuyera la responsabilidad en su lugar, por disparar accidentalmente un arma bajo la mesa de un caro restaurante de Johannesburgo en enero de 2013, un mes antes de que muriera su novia, y en otra ocasión atravesó el techo del coche de una exnovia en otro incidente.
El corredor, convertido en los Juegos de Londres-2012 en el primer atleta discapacitado que competía en una Olimpiada convencional, está en riesgo de recibir cadena perpetua si es declarado culpable por la jueza Thokozile Masipa, segunda mujer negra en ser nombrada magistrada de un tribunal superior sudafricano.
Sobreviviré. Yo siempre gano, dijo Pistorius la misma noche del incidente según el detective que lo arrestó, Hilton Botha. Este policía ya había arrestado a Pistorius en 2009 por otro incidente, pero el equipo de defensa del corredor logró apartarlo del caso por un error de su pasado.
Lo cierto es que el deportista, quien encarnaba como nadie los valores de la superación humana, tiene las cosas muy cuesta arriba, y será clave su explicación de por qué no comprobó si Steenkamp estaba en la cama antes de cargar su arma y abrir fuego. Peor aún, según el informe de balística el primer proyectil impactó en el costado de la víctima, el segundo erró, el tercero le dio en el hombro y el cuarto en la cabeza; o sea, que tuvo suficiente tiempo como para dejar de disparar ante los inevitables gritos de la chica.
Arduo trabajo para Barry Roux, el abogado defensor, quien seguramente usará como atenuantes el alto índice de robos y asaltos en Sudáfrica y la obsesión por la seguridad de Pistorius, quien siempre dormía con un arma en la cama, pero eso no parece ser suficiente.
Este juicio del siglo, convertido en espectáculo televisivo para ser fiel a su momento histórico, está previsto que se extienda hasta el 20 de marzo, luego de escucharse los testimonios de 107 testigos. Quizás una argucia legal salve a Pistorius, pero como sucedió con O. J. Simpson, probablemente la opinión pública jamás lo perdone.

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