miércoles, 4 de septiembre de 2013

La fecha de la discordia

Por Lemay Padrón Oliveros 

Es inconcebible que un evento deportivo que se respete no tenga oficialmente su fecha de comienzo, a menos de dos meses de su supuesto arranque.
Así sucede con la venidera Serie Nacional de béisbol, que casi todos los años sufre del mismo mal. En la pasada campaña fue peor, porque además de la fecha “secreta”, un equipo dejó de existir luego de haberse preparado durante varias semanas a la expectativa de si se mantenía o no en Series Nacionales.
Este proceder de la Comisión Nacional no puede menos que preocupar, porque afecta a miles de personas, desde entrenadores, peloteros, federativos, periodistas y familiares, hasta los seguidores de la pelota en general, todos envueltos en una incertidumbre sin sentido.
Los grandes eventos deportivos del mundo, y el Campeonato cubano no puede aspirar a ser menos, se organizan con al menos un año de antelación, y solamente se deja para última hora (unos seis meses antes, no menos), el sorteo para definir el calendario, o el calendario propiamente, si no se necesita una lotería.
Aquí, que no suben y bajan equipos de una división a otra, o sea, que son siempre los mismos conjuntos y básicamente en los mismos estadios, no puede entenderse la postergación sin límite del anuncio oficial del comienzo de las hostilidades.
De eso depende en gran medida la planificación del entrenamiento, porque algunas novenas tienen como meta avanzar a la segunda ronda, pero otras aspiran en serio al trono, y de una meta a otra hay meses de diferencia, y por ende, dosificación diferente de las cargas.
Además, en el caso cubano otros deportes se ven afectados por culpa de la pelota, porque prefieren adecuar su calendario al momento en el cual el torneo beisbolero no esté en su pico de emoción, para aspirar a una cobertura digna de la prensa y un respaldo más caluroso de los aficionados. El fútbol y el baloncesto han sentido en carne propia lo que es discutir el título más importante a nivel doméstico y verse fuera de los grandes titulares mediáticos, o con las gradas semivacías.
Por respeto a esas miles de personas no puede dilatarse tanto un anuncio que, es cierto, implica un gran movimiento de recursos económicos, pero solamente por la fuerza de la costumbre luego de más de 50 años de certámenes similares, debería salir solo.

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