Muy
pocos pensaron que el DT luso tuviera tanta presencia en el certamen que sirve
como ensayo al Mundial de 2014, porque ni siquiera comanda una selección
nacional.
Sin embargo, fue tan telúrico su paso por el
fútbol español, que ha puesto en duda la presencia como regular nada menos que
del capitán del plantel.
Si hace dos años, en la Eurocopa de
Ucrania/Polonia-2012, la polémica mayor alrededor de la
Furia Roja era la del falso 9, ahora los
criterios se mueven alrededor del portero regular.
Meses atrás era unánime el criterio de que
Iker Casillas era el mejor guardameta de España y uno de los mejores del mundo,
pero Mou cambió todo eso.
Cuestiones extradeportivas comenzaron a
enrarecer la relación entre técnico y jugador, y por primera vez en una década
el Águila de Móstoles vio desde el banquillo un partido importante sin estar lesionado.
Su lugar fue ocupado por un desconocido e
inexperto Adán. Mourinho movió sus piezas, pero le salió mal, porque al arquero
suplente le encajaron goles que tenían responsabilidad suya, y además fue
expulsado.
Entonces llegó la lesión de Casillas y el
punto neurálgico de este melodrama: la contratación forzosa de Diego López,
para encargarse de defender la portería del Real Madrid en el segmento decisivo
de la temporada.
López no lo pudo hacer mejor, y pese a
recuperarse, Casillas no volvió a ensuciar sus guantillas.
Llegó la hora de confeccionar el plantel
nacional y el DT Vicente del Bosque no dudó en respaldar a su capitán, pero la
presión mediática le hizo alternar el puesto con los otros convocados: Víctor
Valdés y Pepe Reina.
Cada uno jugó un encuentro en la fase
preliminar de esta Confederaciones, y Casillas actuó en la semifinal contra
Italia.
La disyuntiva ahora es: ¿Del Bosque rotará
otra vez, o mantendrá a su protegido?
En cualquier rincón donde se encuentre, Mou
debe retorcerse de placer con el cisma creado.
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