viernes, 21 de junio de 2013

La decepción de Carlinhos Brown


Por Lemay Padrón Oliveros

Río de Janeiro.- Hoy por hoy, existen pocos artistas más tristes que el brasileño Carlinhos Brown.
   El amplio reconocimiento internacional no le basta para ocultar la decepción por no poder escuchar el sonido creado por él mismo para sartisfacer su otra gran pasión; el fútbol.
   Se trata de la caxirola, el instrumento musical que creó inspirado en el caxixi, una especie de maraca utilizada en la capoeira, aunque en este caso hecha de plástico y con material sintético dentro, más ecológicos que el bambú.
   Fue certificada el 27 de septiembre de 2012 por el Ministerio brasileño de Deportes y se pensó que sería la alternativa auriverde de la vuvuzela de Sudáfrica-2010.
   En este sentido, su creador puso un énfasis especial en que el sonido emitido por la caxirola no fuera desagradable a los oídos, como en el caso de las corneta surafricana.
   La caxirola respeta los límites sonoros. Reproduce sonidos de la naturaleza, del mar, por eso trabajamos con los mejores ingenieros acústicos para que el sonido fuera gustoso, agradable, explicó en su momento.
   Todo comenzó bien, pues el instrumento fue presentado al público durante la apertura de la muestra La mirada que oye, compuesta por 19 obras del artista baiano, y recibió el aval de la presidenta Dilma Rousseff.
   El célebre autor de Maria Caipirinha soñó con verlo adueñarse de los estadios en esta Copa Confederaciones, pero fue vetado y probablemente tampoco se haga escuchar en la Copa Mundial de Brasil-2014.
   En marzo de este año, la Federación Internacional de Fútbol (FIFA) intentó prohibir el uso del utensilio, alegando que el mismo podría ser usado como arma o como método de publicidad.
   El tiempo pareció darle la razón, porque en un partido en Bahía, el pasado 28 de abril contra Victoria, fanáticos del equipo local lanzaron el instrumento al césped, disgustados por el resultado.
   Como consecuencia, la caxirola fue vetada de la Copa Confederaciones y corre el peligro de jamás llegar al gran público, aunque el ministro de Deportes, Aldo Rabelo, todavía tiene esperanzas de que se levante el veto.
   No es una decisión final, hay que tener en cuenta también la manifestación cultural que aporta este instrumento. Creo que ese episodio fue algo momentáneo y aislado, indicó.
   Así van las cosas, pero si la FIFA ya le tomó ojeriza al aparejo, será muy difícil verlo adornando sonoramente los estadios brasileños.
   Y es que los cacerolazos no se hicieron para estremecer estadios, sino gobiernos… Carlinhos Brown ya lo sabe muy bien.

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