viernes, 8 de marzo de 2013

La llamada más corta

Por Lemay Padrón Oliveros 

Discúlpame, pero no puedo seguir hablando, esto me ha afectado demasiado, me dijo mi madre del otro lado del teléfono. Acababa de darle la noticia de la muerte de Hugo Chávez porque la había visto en vivo por Telesur y ella todavía no se había enterado.
La conversación familiar, que normalmente ocupa unos 10 minutos casi todos los días, esta vez duró segundos. Así de duro fue el mazazo recibido.
Como es de suponer, no tengo parentesco alguno con el presidente venezolano. Ni siquiera tengo un familiar cumpliendo misión en cualquiera de las nobles tareas con las cuales colaboran o han colaborado miles de cubanos en la hermana Venezuela en esta última década.
Pero es que Chávez era para nosotros como un hermano, un hermano siempre dispuesto a tender su mano solidaria para intentar ganar esta interminable batalla cubana contra los demonios.
Su carisma y su personalidad calaron hondo en el cubano de a pie, que lo mismo rió con sus ocurrencias, reflexionó con sus razonamientos o disfrutó verlo encaramado en la lomita del estadio Latinoamericano, intentando convencer a Fidel de que lo había ponchado.
Cualquier cubano con dos dedos de frente debe saber que si pudimos “digerir” el crudo Período Especial, en buena medida se debe a Chávez y su apoyo, no solamente económico, sino también político, como defensor del tema Cuba en todas las tribunas que nos fueron cerradas por pensar diferente.
Como pasó en su momento con Máximo Gómez o el Che Guevara, Cuba acogió a Chávez como uno más, y le acompañó en su última batalla contra la artera enfermedad que no creyó en su estatura, la verdadera, la que se mide de la cabeza al cielo.
Parecía que había ganado su combate, pero el enorme esfuerzo realizado en septiembre para la campaña presidencial volvió a hacer mella en su anatomía, y esta vez fue definitiva. Pero incluso así, de manera traicionera, no le vencieron, La Historia levantará su mano en señal de victoria.
Ni yo ni mi madre lo tuvimos frente a frente nunca, pero sí bien cerca pese a la distancia física. Así sufrimos los cubanos la desaparición física de Chávez.

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