viernes, 3 de agosto de 2012

Asley y Cambar cumplieron con creces

Por  Lemay Padrón Oliveros

El oro es el sueño de todos, pero se le cumple a una sola persona. Es frustrante cuando le has dedicado varios años a perfeccionar tu técnica, atemperar tus nervios y dosificar las energías, pero lamentablemente puede haber un solo campeón.
 Los cubanos, por tradición, somos bastante exigentes con nuestros deportistas, y en más de una ocasión se han minimizado preseas de plata y de bronce, incluso olímpicas.
 Afortunadamente tengo la impresión de que en la actualidad la gente es mucho más justa y le da a cada actuación el valor que realmente merece. Hay oros que no se pueden escapar, eso ha sido así siempre y no va a cambiar, pero antes de la competencia no todo el mundo sale como favorito, y entonces hay que poner en la balanza lo sucedido.
 En ese saco entran la plata conseguida por el judoca Asley González y el bronce del pesista Iván Cambar, en ambos casos para frenar sequías bastante notables.
 En el judo ningún hombre llegaba a una final desde Moscú-1980, y en pesas no había cubanos en el podio desde Atlanta-1996, así que lo logrado en Londres-2012 no es nada despreciable.
 Asley combatió como un maestro pese a sus escasos 22 años, y desde ya es el hombre a seguir para el siguiente cuatrienio. Eso lo sospechaba Justo Noda antes que nadie, pero ahora su pupilo se lo ha gritado a todo el mundo en su cara.
 Cambar, ya quizás en la curva descendente de su carrera, se batió con dos chinos que están fuera de liga literalmente. Por eso podemos enorgullecernos de que contamos con el campeón olímpico de los mortales, porque esto de los asiáticos parece de otro mundo.
 Seguimos esperando por la presea dorada, pero Cuba ha vibrado ya en varias ocasiones con ellos dos, Yanet Bermoy y Hanser García, aunque este último no haya subido al estrado a recoger una medalla. Dudo que otra actuación haya levantado tantas expectativas en la Isla como la del “Pollo”.
 No queda otra que felicitar a quienes han competido con honor hasta este momento, y exhortar a los restantes a seguir batallando con todas sus fuerzas por el mejor resultado posible, porque se lo sabremos reconocer.

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