miércoles, 11 de julio de 2012

Generaciones perdedoras

Por  Lemay Padrón Oliveros

Esta Alemania parece destinada la fracaso.
Lo sucedido con Alemania en la pasada Eurocopa de fútbol trae a colación el tema de las generaciones perdedores, nombre real de lo que eufemísticamente se conoce como generación perdida.
Si la verdadera Generación Perdida, aquella de los escritores bohemios del París de los años 1920 bajo el regazo de la matriarca Gertrude Stein, no tenía nada que ver con el nombre, porque fue bien prolífica cualitativa y cuantitativamente, en el deporte se acuñó el estigma para un grupo de jugadores de elevada calidad, pero incapaces de ganar un título importante.
Para esos jugadores, perder es una costumbre, y por lo general encuentran excusas para justificar cada nuevo fracaso, en vez de aprender de los errores y superarse.
La más reciente dueña de esa distinción fue la Portugal de los Figo, Rui Costa, Nuno Gomes, Fernando Couto y Abel Xavier, entre otros, aunque yo personalmente me resisto a llamarle así porque para un país con escasa tradición ganadora, obtener un subtítulo y un tercer puesto en Eurocopas es bastante.
Ahora, la lista de perdedores pudiera ser mucho más amplia, empezando por el Brasil de 1950, siguiendo con la Holanda de los años 1970, la España de los 1980 y 1990, y terminando ahora con esta Alemania de los Philippe Lahm, Bastian Schweinsteiger, Lukas Podolski, Miroslav Klose y Per Mertesacker, incapaces incluso de ganar un título importante a nivel de clubes. Todo esto sin salir del fútbol.
Pero me atrevo a traer el debate al ámbito doméstico, porque desde hace años no ganamos un torneo de prestigio en el béisbol, y puede hablarse también de una generación perdedora.
Los Ariel Pestano, Yuliesky Gourriel y Frederich Cepeda no han sido capaces de coronarse en su madurez deportiva en varios grandes eventos, y su última celebración importante fue la de los Juegos Olímpicos de Atenas-2004. A nivel doméstico, solamente Pestano ha podido festejar, y eso fue en su año de novato, pero varias veces han quedado en el camino, pese a partir como amplios favoritos.
Igual le ha sucedido al equipo Cuba, del cual ellos han constituido la columna vertebral en la última década.
Por supuesto, las derrotas no son atribuibles solamente a ellos en lo personal, pero cuando en un colectivo se implanta la dinámica perdedora, esa del «en otra ocasión será», o «los contrarios también se preparan», entonces estamos más cerca de sucumbir.
Esto último es lo que es imprescindible desterrar de la mente de nuestros jugadores, y afortunadamente en el actual colectivo técnico se encuentra un Víctor Mesa que seguramente no dejará proliferar la tendencia justificadora. A los mencionados todavía les queda carretera para quitarse el San Benito, ¡ojalá lo logren!

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