martes, 26 de junio de 2012

Increíbles muchachos

Por  Lemay Padrón Oliveros

Puedo imaginar el asombro y la admiración de colegas y seguidores del voleibol en todo el mundo con la actuación del equipo cubano en la actual Liga Mundial.
¿De dónde sacan tanto talento? ¿Cómo adaptarse a tantos cambios en tan poco tiempo? ¿Cómo reponerse sicológicamente de quedar eliminados para los Juegos Olímpicos?
Esas preguntas deben martillar constantemente en la cabeza de quienes viven, sufren y festejan con el juego de los super reflejos, porque realmente parece increíble que un sexteto conformado de manera apresurada encabece el grupo A de la Liga por delante del actual campeón Rusia, y de Serbia.
Hasta cierto punto se entendió el predominio mientras rusos y serbios no apelaban a sus principales figuras en los dos primeros fines de semana, pero igual ya era destacable, porque si ellos hicieron eso fue precisamente porque no esperaban que unos chicos inexpertos les pusieran las cosas tan difíciles.
Tanto que ya el monarca no podrá defender su corona, y los serbios se agarran de su última tabla de salvación, barrer en su casa el venidero fin de semana y que los caribeños no le ganen ni a Japón, algo muy poco probable.
Algunos pueden decir que la base del combinado antillano es la misma del año pasado, pero craso error. Aunque se mantienen tres de los regulares de la formación anterior: Wilfredo León, Keiber Gutiérrez y Yoandry Díaz, el resto no era titular, y se han incorporado figuras noveles como el central Danger Quintana, convertido en abridor por su entrega y constancia, pese a tener solamente 18 años y representar este su debut con la selección mayor.
A ellos se han sumado Henry Bell, Rolando Cepeda e Isbel Mesa, con poco protagonismo en temporadas anteriores, y el endiablado saque del jovencito Liam Sen Estrada, que ha hecho estragos en las filas rivales.
Todos bajo ese conjunto de dirección encabezado por Orlando Samuels e Idalberto Valdés, que ha demostrado sapiencia por arrobas y mucho corazón para aguantar tragos amargos.
Hay que quitarse el sombrero ante estos muchachos y soñar, volver a soñar, con codearnos con los mejores del mundo al menos por un cuatrienio.

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