domingo, 3 de junio de 2012

El décimo jugador

Por Lemay Padrón Oliveros 


Muchas veces se dice, y con toda razón, que la afición es le décimo jugador en un desafío de béisbol. Sin embargo, esta vez no quiero referirme a quienes apoyan a sus planteles más allá de las cercas y muros, sino de quienes lo hacen dentro de los límites del terreno, aunque en zona foul.

Para eso me apoyaré sobre todo en lo visto con el equipo de Ciego de Ávila, el justo campeón de la Serie Nacional 51.
Isaac fue una bujía con Ciego.
En todas las imágenes de los bateadores en turno se podía apreciar al fondo, como si le tocara empuñar inmediatamente después, la imagen del designado Isaac Martínez, un jugador no valorado en toda su justicia en sus casi 20 campañas.
Muchos lo recordamos en su eléctrico paso por la selección nacional en los Juegos Panamericanos de Winnipeg-1999, pero su labor diaria en estas dos décadas es digna de muchísimo mérito.
Más aún que alguien con su trayectoria, supuestamente agotado de tanto bregar, se mantenga los nueve innings de pie al frente de su banco dando indicaciones al toletero de ocasión.
Pero Isaac no es la excepción en estos Tigres de raza: Nada más concluido su diagnóstico en el Hospital provincial luego de lesionarse en un corrido hacia primera, el capitán Mayito Vega exigió regresar al José Ramón Cepero, y no para sentarse en las gradas, sino para acompañar a Isaac y al mentor Roger Machado a la cabeza de un banco que jamás dejó de animar a los suyos.
Mención especial también para Vladimir García, que sin creerse la estrella del equipo ni mucho menos animaba a sus compatriotas como uno más, cuando no estaba sobre el montículo brindando clases de pitcheo.
Claro, no es algo exclusivo de los Tigres pero tampoco del todo natural en todas las novenas, y por eso me parece justo mencionarlos porque a la postre solamente aparecen en la foto colectiva de los campeones.
Son los poquitos que apuntábamos desde la serie contra Las Tunas, capaces de ganar juegos de pelota aunque no vayan a las estadísticas ni ensucien el uniforme. Es ese décimo jugador que parece decirle a los otros nueve: tranquilos, que esto es nuestro.

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