lunes, 3 de octubre de 2011

Río de Janeiro-2007: excepcional fiesta de 15

Por Lemay Padrón Oliveros

Como sucede con las muchachas que arriban a sus 15 años de vida, los Juegos Panamericanos celebraron su decimoquinta edición por todo lo alto entre el 12 y el 29 de julio de 2007, en la espléndida ciudad brasileña de Río de Janeiro.
Con la vista puesta en su candidatura olímpica, ganada definitivamente para la edición de 2016, la urbe carioca se esforzó para lucir lo mejor posible.
Sin embargo, contó con el inconveniente de la lejanía de algunas instalaciones que normalmente se ubican cerca del resto (atletismo, natación y ciclismo, por ejemplo), localizadas esta vez fuera del centro de los Juegos.
También hubo quejas con respecto al trato de los aficionados hacia los deportistas foráneos, pues el exceso de nacionalismo los llevó a silbar hasta en disciplinas que exigen bastante concentración como la esgrima o el clavados.
Igualmente fueron decepcionantes los recintos destinados al béisbol y el softbol por su pésimo drenaje, que obligó a postergaciones y dejó sin definir algunos partidos cruciales, por lo cual se entregaron dobles los bronces en la primera disciplina y las platas en la segunda.
Pasados algunos sobresaltos en los días iniciales (incluido el cobro a la prensa de la conexión a Internet), los organizadores corrigieron el tiro y cerraron bien en alto en una cita que para muchos recordó a unos Juegos Olímpicos.
De cualquier manera, para el futuro está prevista una reestructuración urbana que incluye al menos una estación de subterráneo nueva para mejorar la interconexión entre las instalaciones, al igual que una mejor seguridad aérea.
En el plano deportivo la nación sede estuvo como nunca y escaló al tercer peldaño, pero haciendo presión a Cuba hasta el final por el segundo, con notables mejorías en varios deportes, incluida una inédita cosecha en la natación.
Mucho de esto responde a una gran inversión con vistas al 2016, aunque el taekwondoca Diogo Silva no estaba entre los privilegiados y declaró: Para poder competir tuve que invertir todos mis ahorros y no le pude comprar un automóvil a mi madre como le había prometido.
Como de costumbre, los dos primeros puestos del medallero general no se movieron, con Estados Unidos en primer orden tras alcanzar 97 medallas de oro, 88 de plata y 52 de bronce, escoltada por Cuba (59-35-41) y Brasil (52-40-65).
De los cubanos vale decir que sufrieron más de la cuenta porque en el boxeo no aportaron medallas dos de sus principales figuras, quienes abandonaron la delegación en plenos Juegos.
Los estadounidenses dominaron numerosas disciplinas, entre ellas el tiro, donde se llevaron 10 de las 15 medallas de oro, la natación (21 de 34) y el boliche (cuatro de cuatro); sin embargo, por primera vez desde Chicago-1959 se fueron sin al menos 100 preseas áureas.
En tanto, Cuba dominó el atletismo, el boxeo, el voleibol femenino, el béisbol, la lucha, el judo y el remo, mientras los anfitriones dominaban en voleibol masculino, balonmano y voleibol de playa ambos sexos, baloncesto masculino y fútbol femenino.
Del resto de los países merece destaque el crecimiento de Colombia, que consolidó su avance desde la cita de Mar del Plata-1995, gracias a sus primeros puestos en levantamiento de pesas y ciclismo, en este último con figuras de primer nivel como Santiago Botero y José Serpa.
En total fueron mejorados más de un centenar de records panamericanos y 10 países terminaron sin medallas, aunque por cuarta vez consecutiva participaron los 42 miembros de la Organización Deportiva Panamericana (ODEPA).

LOS DESTACADOS

Pereira con su gran botín.
En primer lugar hay que mencionar al Rey de los Juegos, el nadador brasileño Thiago Pereira, quien se colgó ocho medallas, de ellas seis de oro, aunque luego no haya podido brillar en Campeonatos Mundiales ni Juegos Olímpicos.
Por su parte, el velocista César Cielo Filho disputó y ganó aquí solamente tres pruebas, pero al año siguiente celebró el título de los 50 libre en los Juegos Olímpicos de Beijing-2008, y desde entonces acumula otros seis cetros en Mundiales.
Entre las damas la mejor fue la gimnasta estadounidense Shawn Johnson, al sumar cinco medallas y de ellas cuatro de oro, total alcanzado también por sus compatriotas nadadoras Julia Smith y Kathleen Hersey.
Vale destacar también a las Leonas argentinas del hockey sobre césped, quienes sumaron en Río su sexto título panamericano, todos los entregados desde que se incluyó en el programa ese deporte para damas, en Indianápolis-1987.
Asimismo, por México se lució el canoísta Manuel Cortina, quien ganó el K-1 y K-2 a 500 metros y el K-2 a mil, y la clavadista Paola Espinosa, oro en trampolín individual y sincronizado y en la plataforma individual.
Párrafo aparte para la excepcional Ana Gabriela Guevara, quien repitió por tercera vez su coronación en los 400 metros planos, esta vez con su mejor crono en este tipo de lides, 50.34 segundos.
Igualmente sobresalió el marchista ecuatoriano Jefferson Pérez, quien alcanzó en la Cidade Maravilhosa, pero también con su mejor marca: una hora, 22 minutos y ocho segundos. su tercer trono panamericano, tras los alcanzados en Mar del Plata-1995 y Santo Domingo-2003.
Con festejos en tres citas consecutivas cerró además la brasileña Lucelia Ribeiro, ganadora nuevamente en la máxima división del kárate, y el tirador estadounidense Thomas Tamas, líder por tercera vez en el fusil, aunque su primer trono había sido más de 15 años atrás.
También volvió a ser noticia el esquiador canadiense Jaret Llewellyn, quien volvió a ganar las pruebas de figuras y saltos como había hecho en Winnipeg-1999 y llegó a siete oros continentales en cuatro incursiones.
Asimismo, en el tenis de mesa el brasileño Hugo Hoyama sumó su noveno oro desde La Habana-1991, a los cuales agrega una plata y cuatro bronces.
Por último, se destacó también la floretista venezolana Mariana González, tras alcanzar los cetros tanto individual como colectivamente, que sumados a la coronación de Rubén Limardo en la espada pusieron a esa nación entre las potencias de la región.
En fin, desaciertos aparte Río de Janeiro mostró el potencial que tiene Brasil tanto económico como deportivo, y dejó satisfechos a quienes pensaron en ellos para organizar el Mundial de fútbol de 2014 y los Juegos Olímpicos de 2016.

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