domingo, 19 de junio de 2011

Grete Waitz, pionera del maratón

Por Lemay Padrón Oliveros


Su legado va más allá de cualquier presea.
El mundo atlético sufrió una sensible pérdida cuando la exrecordista y campeona mundial noruega de maratón Grete Waitz falleció hace unas semanas a consecuencia de un cáncer de cerebro, cuando tenía solamente 57 años.
Más allá de sus resultados deportivos, Waitz sentó pautas por su actitud fuera de las carreteras y las competencias, porque siempre abogó por una mayor presencia femenina en el universo atlético, especialmente en la prueba de maratón.
Antes de llegar ella las pocas mujeres maratonistas prácticamente no recibían divulgación en los medios de comunicación y la prueba era considerada casi exclusivamente un coto masculino.
Sin embargo, las proezas de la corredora nórdica, cuyas marcas no estaban muy lejos de las de los hombres, hicieron que las grandes organizaciones deportivas, la prensa e incluso la medicina deportiva empezaran a dar crédito a las mujeres.
Sus loables presentaciones y su activismo feminista fue premiado cuando en 1984 la maratón para damas fue incluida definitivamente en el programa de los Juegos Olímpicos.
Fue única para mí, ella fue la mejor atleta que tuvimos en la historia de Noruega, no solo por sus actuaciones deportivas, sino también como modelo para el deporte femenino, expresó sobre ella el presidente de la Federación nacional de atletismo, Svein Arne Hansen.


BREVE PALMARÉS

Waitz ganó el título del orbe en la edición inaugural de estas lides, en Helsinki-1983, y también fue medallista de plata en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles-1984, donde una mala estrategia le impidió coronarse.
Con solo 18 años participó en los Juegos de Munich-1972 en la prueba de mil 500 metros, pero su irrupción en la élite mundial se produjo en 1974 cuando ganó la medalla de bronce en esa especialidad durante el Campeonato Europeo de Roma.
Al año siguiente batió el récord mundial de los tres mil metros, y en 1976 lo mejoró aún más, pero poco a poco se fue inclinando hacia la prueba más agotadora del atletismo, la que le dio sus mayores alegrías.
Entre sus mejores resultados se encuentran también sus dos cetros en el maratón de Londres (1983 y 1986), en ambos casos batiendo récords planetarios, y sus nueve primeros puestos en el maratón de Nueva York, entre 1978 y 1988, con tres cotas orbitales incluidas (1978, 1979 y 1980).
Sus victorias neoyorquinas no han podido siquiera ser emuladas, y por eso fue exaltada al Salón de la Fama estadounidense para los corredores de distancias largas, primera extranjera en merecer este honor.
También se coronó en el Mundial de cross cinco veces, y fue homenajeada con una estatua en el estadio Bislett de Oslo.
Su única decepción fue no haber podido coronarse en Juegos Olímpicos, pues con posterioridad al fracaso de Los Ángeles-1984 corrió en Seúl-1988, pero una lesión en una rodilla la obligó a abandonar la carrera alrededor del kilómetro 40.

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